lunes, 19 de marzo de 2007

El fin de la crisis

He trazado una descripción de lo que puede devenir luego de un rompimiento amoroso. No pretendo agotar aquí el tema ni dar todos los ejemplos posibles; lo sustancial que deseo transmitir a los lectores es que no pierdan de vista lo siguiente: la persona que padece una situación como las que he indicado está pasando -nada más y nada menos- que por una etapa de crisis.
En un artículo anterior hablé de la crisis, de lo que ella significa y de lo que nos puede aportar de beneficioso. Recordaré sólo este concepto sencillo pero fundamental: de una crisis podemos salir fortalecidos. Una crisis es una etapa, a veces, hacia el crecimiento.
El mismo recuerdo del amor frustrado, pasado el momento de pesimismo, nos retrotrae a los instantes felices y esperanzados de aquella relación, pues es difícil que dos personas que se unen -y por peor que se hayan llevado- no hayan pasado también por instantes de alegría y plenitud. Esos recuerdos positivos nos reanimarán y nos liberarán del encierro, impulsando nuestros deseos de volver a empezar y de disfrutar los dones del amor. Y si la crisis nos ha servido para desarrollarnos, terminaremos fortalecidos por la experiencia y la confianza.

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