El fin de la crisis
He trazado una descripción de lo que puede devenir luego de un rompimiento amoroso. No pretendo agotar aquí el tema ni dar todos los ejemplos posibles; lo sustancial que deseo transmitir a los lectores es que no pierdan de vista lo siguiente: la persona que padece una situación como las que he indicado está pasando -nada más y nada menos- que por una etapa de crisis.
En un artículo anterior hablé de la crisis, de lo que ella significa y de lo que nos puede aportar de beneficioso. Recordaré sólo este concepto sencillo pero fundamental: de una crisis podemos salir fortalecidos. Una crisis es una etapa, a veces, hacia el crecimiento.
El mismo recuerdo del amor frustrado, pasado el momento de pesimismo, nos retrotrae a los instantes felices y esperanzados de aquella relación, pues es difícil que dos personas que se unen -y por peor que se hayan llevado- no hayan pasado también por instantes de alegría y plenitud. Esos recuerdos positivos nos reanimarán y nos liberarán del encierro, impulsando nuestros deseos de volver a empezar y de disfrutar los dones del amor. Y si la crisis nos ha servido para desarrollarnos, terminaremos fortalecidos por la experiencia y la confianza.
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